A finales de 2016, el Ayuntamiento de Madrid se puso en contacto con Baubab, en busca de propuestas para dotar de soluciones, prácticas, sostenibles y asumibles económicamente a la situación en la que se encontraba “El Gallinero”.
“El Gallinero” es el nombre del poblado chabolista, en Madrid capital, que se encuentra en la confluencia de la A-3 y la M-50, en los límites del municipio y acoge a una población rumana-romaní de entre 40 y 50 familias.
En 2016, el Ayuntamiento de Madrid recibe una llamada de atención por parte de las Naciones Unidas como consecuencia de las denuncias de varios colectivos sobre las condiciones de vida de la población en este asentamiento, que no contaba con suministro de agua potable, saneamiento, ni otros servicios municipales. El derecho a estos servicios está reconocido por los estados que han suscrito el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (PIDESC), entre ellos España, y que tienen la obligación de respetar, proteger y cumplir el derecho humano al agua y al saneamiento, integrándolo en su legislación nacional y destinando los recursos necesarios para garantizar su disponibilidad.
El proceso
Puesto que en el momento en el que nos contactaron ya se había dotado al poblado de dos puntos de suministro de agua, nuestra primera propuesta, fieles a los principios que nos guían, fue la construcción de váteres secos, una solución que respondía perfectamente a los requisitos propuestos.
Sin embargo al contrastar esta solución con los colectivos de voluntarios que llevan años trabajando sobre el terreno y que son los que verdaderamente conocen las necesidades y características de la población, constatamos una vez más (como nos ha ocurrido en otras ocasiones por ejemplo cuando hemos preparado proyectos para afectados por SQM) que las soluciones más evidentemente sostenibles no son siempre las más adecuadas para responder a problemas concretos. En este caso, se pensó que disponer de un sistema diferente al del resto de la población aledaña no sería aceptado por la población por el estigma que eso supone. La aceptación de la instalación que permitiera un correcto uso y mantenimiento era un requisito indispensable para el éxito del proyecto. Esto nos obligó a replantearnos la solución presentada.
Finalmente, nuestra propuesta fue la de realizar una dotación de aseos dispersa por el poblado atendiendo a la necesidad de cercanía e intimidad que se requiere, más en ciertas culturas.
La participación vecinal
Fue necesaria una gestión previa para la conformación de grupos familiares para uso de cada aseo, nombrando a un responsable por cada cabina. Para todo esto se llevó un proceso de manera acelerada en el que se realizaron asambleas informativas in situ y visitas puerta a puerta, presentando el proyecto a la población de “El Gallinero” para detectar posibles mejoras o rechazos y en las que buscamos una cierta integración de las personas que íbamos a ejecutar el proyecto, que nos conocieran y nos aceptaran.
Desde el principio consideramos imprescindible la necesidad de que la propia población se pudiera implicar en la construcción de sus propias letrinas. Algo que resultó muy complicado, debido a la restrictiva legislación que regula las obras de construcción y los riesgos de la participación de personas no avezadas en este tipo de trabajos. La solución propuesta pretende ser a la vez participativa y segura, dividiendo la actuación en dos tiempos: un primer momento en el que se acometería la obra gruesa de excavación, cimentación, estructura y cubierta; y un segundo en el que mediante talleres participativos pudiera integrarse la población en la ejecución de la carpintería y las instalaciones, ofreciendo a su vez formación y el empoderamiento de sus servicios.
El proyecto
El proyecto finalmente consta de una red de abastecimiento de agua en tres ramales que llega a cada uno de los aseos. Las cabinas constan de lavamanos e inodoro en su interior, y una toma exterior implementable por los usuarios (con la posibilidad de que la usen como punto de recogida de agua, construyan su propia ducha, la conecten a las lavadoras, etc.) Un proyecto semilla, que además se propone como objetos completamente desmontables y reutilizables, a excepción de la cimentación, que se ha proyectado para que su huella sea mínima y su función máxima.
Ante la imposibilidad de conectar estos aseos a una red de saneamiento, dado que era inexistente en la zona -y ya que la temporalidad y el presupuesto tampoco lo permitía-, se propuso la recogida de aguas negras en un sistema de fosas sépticas diseñadas por nuestros expertos en agua y saneamiento. Estas constan de dos bidones de 1000 l conectados a través de una serie de tubos. En ellos se produce la decantación además de una serie de procesos aerobios y anaerobios, que permiten que el agua sin residuo sólido pase a una zanja de infiltración, devolviendo esa agua a la tierra sin riesgo para la salud pública.
Pese a buscar la modularidad y repetición en todo el proyecto, nos encontramos con un condicionante que no podíamos dejar de lado: los habitantes con movilidad reducida. En este caso se ha propuesto una cabina que cumpla con las condiciones de accesibilidad universal y a la que se le dará prioridad en la fase de talleres, sirviendo como modelo y trabajándola en comunidad, algo que se ha entendido y acogido fácilmente por la población.
¿Y luego?
Tras la correspondiente licitación para la ejecución de la obra esta fue adjudicada a una agrupación formada por empresas constructoras y miembros de Baubab que llevaría a cabo la construcción. Pero esta ya es otra historia…
(Continuará…)

Mil gracias por compartir esta información tan interesante
Y al final lo habéis construido?